El debate como siempre trae
sus argumentos buenos y malos, positivos y negativos, afines y opuestos. Pero
es sano. Tan sano que presta su espacio para que afloren situaciones no antes
vistas por ambos sectores. Y es que si algo se perdió en este país gracias a la
Revolución Bonita, fue el respeto por ese debate constructivo que permite
avanzar.
Hoy el PSUV muestra un
déficit de conversación, diálogo, entendimiento. Hace tiempo que dejaron de
escuchar a su gente. La nómina sólo es usada para hacer bulto y beneficiarse de
las dádivas que dejan los peces gordos. Pero el resto, la base pobre que
sostiene (o sostenía) la cada vez más disminuida votación chavista, sigue
llevando palo.
En el plano regional,
21 equipos municipales del partido de gobierno echan candela. No hay un hueco
de Anzoátegui donde el PSUV no se haya presentado dividido. Descontento, mucho
descontento. Sobra quien objete y critique las candidaturas a concejales y
alcaldes que presentaron. Ahora el enemigo electoral no es exclusividad de la
MUD. La oposición interna, vestida de rojo, ha puesto a correr a más de uno.
Entre alcaldes que no
van para el baile de reelección y concejales que salieron como corcho de
botella, se pasean las consignas desmotivadoras que no lubricarán esa
gigantesca maquinaria que a billete limpio y bajo la sombra de Chávez,
cristalizó la victoria de los rojos en diciembre pasado.
Nelson Moreno, en
recientes declaraciones, reivindicó cada uno de los nombres que el PSUV
inscribió en el estado. Dijo que no hay nada que revisar. La nueva voz cantante
ante los temores de la enfermedad que padece el gobernador.
Queda ese hervidero de
reconcomios vivito. Magglio Ordoñez es uno de esos personajes que se estrena en
la política nada más y nada menos que en la alfombra de Puerto La Cruz, una
ciudad donde el chavismo luce bastante tosco y falto de orden.
Así nos vamos paseando
por la geografía de nuestro estado. Vamos por la costa hasta llegar al oeste y
observamos personajes dignos de un portarretrato. El actual y fugitivo alcalde
de Puerto Píritu, Axel Rodríguez, acorralado por la Comisión de Contraloría de
la AN, no apoya al nuevo candidato Psuvista. Inventó mejor darle la mano a un
dirigente sindical que se lanzó al agua en Peñalver.
En Bruzual, el pésimo
alcalde embadurnado en quejas, desastres y una gestión nefasta, optó por respaldar
oficialmente a un individuo sumamente desconocido y cuyo logro más posicionado
es la división del PSUV. El Tigre vive un lamentable fraccionamiento de sus bases
con un gerente de Pdvsa de nombre Jesús Figuera. Anaco persiste una sostenida
protesta por el descalabro de “Frasso”, y en Pariaguán repite en su postulación
Tomás Bello al igual que Rita Jiménez en Píritu.
Es de entrever que la
masa no está para bollo y que el chavismo es una ola bien revuelta. En la
talanquera el contador se averió de tanta saltadera. De tanto aspirar la
mayoría se quedó con los crespos hechos. Para nada tanto consejo comunal,
comuna, comité de base, unidades de batalla y cuanta nomenclatura ridícula se
haya inventado estos últimos años.
Lo cierto es que el chavismo
no cuaja, desentona. Y al igual que su circunstancial líder en Miraflores, está
tan vulnerable, que cualquier brisita les puede arrancar un buen lote de
alcaldías.
Ángel
Arellano
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