Clarines: un valle palenque con historias que trascienden nuestras fronteras
Una misión de exploración para conquistar un espacio más en el nuevo mundo hizo que europeos fundaran uno de los sitios con más recuerdos de siglos en la parte norte del oriente del país
El tramo más largo y productivo históricamente del río Unare se encuentra en el municipio Bruzual donde desemboca este camino de agua que nace en Zaraza, estado Guárico. La fundación del valle de Clarines fue protagonizada por este caudaloso mar dulce por donde entró Francisco de Vides, un español explorador del nuevo mundo, cuyo objetivo, por encargo del Rey Felipe II, era la colonización y repoblación del valle del río Unare, territorio de los indios Palenques en el siglo XVI.
Los europeos habían partido de Puerto de Palos en Beas, pueblo ubicado en la provincia española de Huelva y acompañados de su patrona, la Virgen de los Clarines. Entraron por la costa de lo que hoy se llama El Hatillo, en el municipio Peñalver de Anzoátegui hasta una exótica y tupida selva en la que realizaban el transporte marítimo de lo que sería la conquista americana.
Las calles empedradas del casco central de esta pequeña población vieron crecer las tenerías y los hornos de barro que hicieron las primeras tejas remplazando el bareque y las palmas de las rudimentarias viviendas que estaban antes de la colonización. Bastante cerca del río en 1752 la tendencia barroca española construye la iglesia San Antonio de Padua, emblema del municipio Bruzual. Nombrada en 1960 patrimonio histórico nacional conserva en su interior valiosas reliquias religiosas muy apreciadas por sus formas arquitectónicas y artísticas.
El cuero, el algodón, el tabaco, las especias, la carne y diversos animales y plantas se exportaban desde el puerto del Unare al resto del país y al mundo. Clarines fue uno de los pueblos más concurrido de Anzoátegui y su cercanía a Caracas lo hizo siempre un destino con fines económicos importantes en el oriente.
La temperatura de esta población es cálida durante el día y aliviada en la noche por una suave brisa que adopta las frescas temperaturas de la serranía de la costa con los tropicales vientos que vuelan por el valle del Unare. Aproximadamente el casco central abarca 23 manzanas de forma rectangular que miden unas 17 hectáreas donde se observan casas, edificaciones, posadas y sitios importantes del pueblo.
De una pequeña comunidad colonial ahora es un pueblo completamente constituido con varios sectores aumentado en gran manera su extensión territorial. Actualmente su demografía se incrementa exponencialmente por las migraciones internas en Venezuela. Algunos sectores como el Paraíso, los Altos de Clarines Paso Real y José Antonio Anzoátegui son ahora más grandes.
Hoy en día para desdicha de los bruzualenses no se puede considerar a Clarines como un pueblo turístico. Aunque muchas de sus características se prestan para ser una localidad bastante visitada, no es precisamente esta histórica localidad un destino llamativo por excelencia. Éste no posee sitios recreacionales, consta con un número muy reducido de hoteles disponibles; asimismo de restaurantes, un banco comercial, un hospital tipo uno y un ancianato.
Más allá de nuestras fronteras
Los nexos entre Beas y Clarines, incluso luego del proceso independentista y el nombramiento de Venezuela como república, no cesaron. En lo posterior, ambos pueblos suscribieron un hermanamiento que trascendió de lo cultural a lo económico y político.
El Museo Histórico de Clarines, ubicado en el casco central de la población, en una de las calles empedradas que conecta con la alcaldía y la sede de la policía regional en la zona, es una creación del hermanamiento entre Clarines y Beas. Siendo dos pueblos unidos por su pasado y por el catolicismo que hizo un perfecto enlace bajo la venia de la Virgen de los Clarines, inician el acuerdo bilateral en 1994 producto de visitas realizadas por ambos gobiernos municipales.
Tiempo después, y manteniendo las mejores relaciones, la Casa-Museo de Venezuela en Beas es construida con materiales autóctonos traídos desde nuestra patria con la colaboración del ministerio de Cultura, sobresaliendo la madera natural empleada en puertas, ventanas, escaleras y el techo, así como la exhibición de una amplia muestra artesanal que incluye tallas, instrumentos musicales y tejidos, destacando las elaboraciones indígenas.
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