Concepto.
Pasando las hojas de un diccionario, encontramos conceptualizada la palabra revolución como: transformación radical dada en las bases, con respecto al pasado inmediato. Los campos en los que se puede objetar una revolución son infinitos, entre los más conocidos están: la economía, cultura, política, sociedad, militar, religión, etc. Pero para que una revolución se de en uno de estos ambientes, debe pasar primero por la trasformación ideológica, es decir: el cambio de conciencia que se tenga sobre ese aspecto en determinado. Aunque dejando a un lado la teoría, nos preguntamos: ¿puede en verdad definirse el término revolución? Sí, pero a lo que identifique, no. En verdad, el contenido de una verdadera revolución, no puede trabajarse teóricamente.
La sed de cambio que experimenta un humano, cuando siente que algo necesita ser modificado para bien, es indescriptible. Una revolución es un sentimiento que nos induce a construir una verdad o una mejor forma para algo, o por lo menos lo es así, una revolución real. Con el término revolución no se debe jugar. Basta con ver las revoluciones erradas que han causado tanto daño al mundo.
Primero brotes revolucionarios. Primeros revolucionarios. Primeros teóricos de la revolución.
Ya la República de Platón y, otros ideólogos de su época, suponía una revolución política y social: de utópica, fue denominada años después. Pero para acercarnos a la modernidad de los siglos, nos situamos en la Edad Contemporánea. La Revolución Burguesa (revolución económica, que al tiempo después, sería, política) fue basada en la Ilustración y coloco el poder económico que antes representaban las monarquías en los nobles y los cleros. Hizo incrementar las burguesías en toda Europa y América.
Y, sobresalta como tema de relevancia, la Revolución Francesa, que fue considerada como una Revolución Liberal, por la sustitución del poder político monárquico, para ese tiempo, por uno más liberal. La Revolución Francesa sería punzante ejemplo ideológico y táctico para las futuras sublevaciones americanas, entre las cuales no se escapa, la venezolana. La Revolución Industrial transformó todo el modelo económico a finales de la Edad Moderna incorporando maquinaria y nuevas técnicas de producción. Considerados estos tres ejemplos de revoluciones por su cantidad de muertes y significado a la evolución de la sociedad humana.
Karl Marx, Martin Luther King, Mijail Bakunin, Tomás Moro, Henry David Thoreau, Mahatma Gandhi, Pierre-Joseph Proudhon, entre otros muchos, deben ser considerados revolucionarios. Numerosos fueron las vertientes revolucionarias que se hicieron paso el mundo, con la esperanza de cambio: Revolución Argentina al independizarse de los reyes Borbones de España en 1810-20; en 1848, fueron desbordadas cientos de revoluciones en toda Europa; la fracasada revolución alemana de 1919; la Revolución Bolchevique de Rusia que conformara la URSS en, 1917; Revolución Española de carácter libertario contra la legalidad republicana en 1936; Revolución Húngara encabezada por el proletariado contra el gobierno comunista, suprimida por el ejército soviético en, 1956; en 1966, Revolución Cultural, Movimiento Maoísta en la República Popular de China; Revolución Sandinista en Nicaragua encabezada por los campesinos en, 1979; Revolución Talibán en Afganistán conformada por un movimiento extremista islámico en, 1996. Estos son pocos ejemplos de muchos que se han visto en todo el globo terráqueo, aunque no todos pueden considerarse revoluciones. Dentro de las doctrinas revolucionarias e insurgentes, están: El Renacimiento, Revolución Científica, Sexual, La Ilustración, Revolución Agrícola, Revolución Neolítica, Verde, etc.
Tipos de revoluciones conocidas.
Dicho anteriormente, son infinitas las revoluciones conocidas y no conocidas. Para concretar una revolución solo se hace falta la iniciativa de cambio expresada por un individuo o por un colectivo. Se pueden nombrar varias corrientes revolucionarias, como lo son:
Revoluciones Socialistas, Liberales, anti-soviéticas, Dictatoriales, Marxistas, Leninistas, Islámicas, Filosóficas, Tecnológicas, etc.
Revolución y utopía. Capitalismo e insurgencia revolucionaria.
Moro en 1516, según indica la historia, crea el término utopía. La palabra utopía ha dado más vueltas al mundo que cualquier gobernante explotador y adinerado. La creación de una sociedad perfecta, igualitaria, humanitaria y ambientalista, ha causado más dolores de cabeza de lo expresado en todas las fórmulas matemáticas conocidas. Muchos han sido los personajes que aportaron, y siguen aportando, ensayos de estructuras sociales dadas a la práctica, pero, la dominación de la ambición por el poder y el egoísmo, no deja salir al gigante llamado igualdad, de su caja de cristal. Muchas actividades revolucionarias, sobre todo las artísticas, políticas, culturales y sociales, llevan como bandera la utopía. Esta última es la razón ideológica por la que se encarrilan los individuos que esperar un mejoramiento para el mundo. Una utopía que expresa ser real, fue la liberación española de 1931-1933: el ideal ácrata realizaba múltiples reformas en todo el territorio español, mientras que, la derecha los derrotó. Eso nos indica que la utopía puede ser un sueño alcanzable.
Una revolución real, siempre conserva con anhelo excesivo en su ceno, la fortuita posibilidad de la paz para todo el colectivo. La utopía y la revolución creen febrilmente en la necesidad de la justicia social. No se debe considerar de utópico, pero sí de revolucionario, el querer globalizar la paz, la hermandad y la igualdad. Luchando siempre contra otra globalización…
Es extensa la lista de revolucionarios que consideran la exterminación del capitalismo para lograr la igualdad en una comunidad. Nunca jamás, podrán llevarse de la mano la revolución y el capitalismo. Las explosiones revolucionarias en todos lados condenan al capitalismo como principal protagonista de la desgracia en la que viven los pueblos: incluso el más rico no podrá vivir en felicidad por su condición de exclavo al dinero y al poder. Las riquezas capitales logran la muerte y desdicha de la gran mayoría de humanos. Las revoluciones luchan por las mayorías (que en general son pobres) y no por el pequeño grupo de explotadores que es acertadamente llamado capitalismo.
Deformaciones revolucionarias.
Una revolución debe estar abierta inmediata y permanentemente al debate. Su condición la obliga a escuchar a todas las voces que la integran y a tomar en consideración todas las ideas que reaccionan en su territorio (aunque una revolución no respeta fronteras por ser estas las que dividen y clasifican a las personas) y no oprimir las gargantas de los demás.
Entre las revoluciones mal aplicadas y destructivas en la sociedad, están:
Las dictaduras comunistas:
En 1917, el conocido lema Leninista de “paz y tierra” de vio en la reacción bolchevique liderizada por él. En 1924, después de la muerte de Lenin, Stalin controla el poder ruso e instaura en Rusia un régimen autoritario y extremamente represivo que acabó con numerosas vidas. También se ubica la represión comunista en la República Popular de China. Sin dejar atrás de este ejemplo, la actual represión comunista vivida en Cuba.
El Nacional-Socialismo:
Buscaba la neutralización de todos aquellos que el régimen nazi consideraba traidores para la Gran Alemania de Hitler. Entre 1933 y 1945 la tasa de mortalidad europea se incrementó espantosamente gracias a la expansión nazi.
Estos son ejemplos muy conocidos que difieren, completamente, del verdadero concepto de revolución social.
Movimientos de izquierda. Actualidad revolucionaria.
Todo el tiempo existirá y se manifestará una izquierda que se encuentre en desacuerdo con un gobierno o autoridad. La eliminación de una autoridad que reprima la voz crítica de una comunidad es necesaria dentro de un movimiento de izquierda. La izquierda siempre se ha caracterizado por enaltecer los derechos de aquellos que viven en un rincón que no puede ser llamado social: alejados de la sociedad gracias a que la ayuda necesitada es explotada vilmente por otros. La prioridad de la izquierda es disentir contra una imposición o régimen respaldado por unos pocos adinerados.
La actualidad revolucionaria se encuentra, por lo menos en América, distante de las bases de una revolución. Se habla de partidos de izquierda (comunistas disfrazados de liberales) que llegan al poder y proponen una nueva política de gobierno: ¿Puede una estructura de poder, ser liberal? La jerarquía en un gobierno solo nos lleva a más jerarquía y, por lo tanto, a más sed de poder. Estos mismos partidos de izquierda se olvidan de aquellas personas que carecen de los servicios básicos para la vida. Y, la represión para con aquellos que se atreven a pensar y expresarse de otra forma, es total.
Importancia y permanencia revolucionaria.
La permanencia de una revolución dentro de una sociedad es imperante. Nunca se podrá apagar el afán de cambio que gritan las personas que son pisoteadas. En las calles del mundo se cocinan pensamientos que aspiran mejoras en la humanidad, en la cultura, en la ideología de un pueblo. Mientras unos se enriquecen, otros se empobrecen, y ese ciclo sigue sucediéndose hasta que una reacción haga explotar las masas para globalizar la paz y el humanismo que existe en otro lado de nuestro cerebro. Ese lado que todavía por muchos no ha sido explorado, se llama, revolución.
Ángel Arellano.
jueves, 7 de junio de 2007
miércoles, 6 de junio de 2007
REPRESIÓN ESTUDIANTIL
La historia venezolana nos ha enseñado a mirar bien de cerca las diferentes manifestaciones que se suceden una tras otra. Es imposible el no ver las protestas echas por trabajadores, civiles y estudiantes. El pasar de los años también nos ha enseñado a integrarnos a estas masivas expresiones de descontento por una acción, decisión, medida tomada, ley aprobada, regla arbitraria o atropello, que, normalmente, es causado por los “gerentes” del estado. Venezuela ha sido, y sigue siendo, madre de muchas generaciones que han dedicado su existencia en el planeta en exponer su desacuerdo. Una larga trayectoria crítica escribe las páginas de la historia en este país (aunque, dolorosamente, estas páginas se encuentren empapadas de líquido rojizo derramado, inocentemente, por personas que hicieron valer su derecho de disentir, y que de alguna manera, fueron apagados aberrantemente, hasta morir).
Es el gobierno quien ha masacrado a miles y miles en los diferentes sucesos de represión masiva en Venezuela. Se mantiene en su trinchera a esperar que los integrantes de los estratos más “bajos” de la sociedad (que en verdad serán bajos por su condición económica, pero ricos de conocimiento y cultura) salgan a elevar su bandera y puño (los de la llamada “clase baja” son la mayoría en las protestas, los adinerados no se molestan en apoyar una causa popular), para acabar con su integridad física y moral, o en consecuencia, privarlos de su libertad mientras son torturados: los presos que son “pobres” no son presos políticos, sólo eso: presos (la gran mayoría de presos políticos son elogiados y conceptualizados como valientes, mientras que los que injustamente entran a la cárcel, y que no tienen ninguna convicción política, quedan excluidos de ese grupo de “gloriosos”).
Dentro del colectivo de individuos que es reprimido inocentemente, por manifestar pacífica o violentamente (casi la totalidad de las veces es pacífica la protesta. La fuerza policial es quien la transforma en violenta. Y, aunque comenzara violento el manifiesto colectivo, éste último debe tener sus razones, aunque se diga que la violencia no lleva a nada: el odio y la represión si lleva a algo: la furiosa explosión popular.) existe el caso peculiar de la represión estudiantil. El estudiante, por su condición de aprendiz, es de alta relevancia cuando se habla de víctimas. Desde que Venezuela tiene un espacio en La Tierra, se han conocido las represiones estudiantiles: si somos un poco críticos en historia, vemos la participación del colectivo estudiantil, en muchas ocasiones. Ha sido y será decisiva la participación de los alumnos en cualquier decisión que afecte o modifique la sociedad. Los gobiernos tienen como costumbre, obviar este sector muy numeroso de la matrícula social, para después actuar represiva y asesinamente contra ellos y, acto seguido, huir cobardemente.
El estado venezolano, como todo estado “democrático y justo”, posee una estructura de “seguridad y protección” conformada por un cuerpo policial en cada municipio o distrito del país, un cuerpo policial estadal (en cada estado de Venezuela), cuerpos policiales metropolitanos, servicios policiales de inteligencia (nacional y estadal), guardia nacional, fuerza armada nacional, etc. Todos ellos bajo el mando de un “yo el líder”, quien tiene la batuta en el concierto represivo. Y, como es de esperarse, todos los cuerpos mencionados se usan en la “protección y seguridad” del estudiante. Esta “protección y seguridad” se caracteriza por el acto de presencia, que hacen los cuerpos policiales, en todas las manifestaciones echas por el estudiantado. Su cometido es acabar con esa manifestación utilizando armas, sustancias químicas y tóxicas, escudos, fuerza bruta, violencia y más violencia, sin saber a quien hagan daño o, en última instancia, a quien le acaben la vida.
Para un policía, lo único importante en su cometido, es cumplir la orden emitida desde la garra dictadora del gobierno: las órdenes policiales van desde reprimir al menor de edad y encarcelarlo, hasta el homicidio en masas. Una orden no puede ser desviada o cambiada por nada (a menos que ocurra un golpe de estado en el momento: los policías cobardes se alejan dentro de su desentendimiento de la situación nacional). En las protestas estudiantiles siempre existe la esperanza de conseguir un nexo de entendimiento para no llegar a la violencia, pero este nexo, es destruido segundos después con las acciones criminales cometidas hacia los manifestantes.
El estudiante es blanco de guerra para estos homicidas que solo se preocupan por su sueldo. No sienten vergüenza ni dolor al ver pisoteados a futuros intelectuales de la sociedad. El policía no obtuvo la dosis de sentimientos al nacer. Una lágrima solo significa placer para él. El pedir clemencia y un perdón que no se merece, lo excita. Utiliza armas contra un colectivo indefenso que cree en la justicia social. Pero en verdad no existe tal justicia en Venezuela. Se reprime al estudiante como a cualquier asesino o delincuente.
Mientras los policías se distraen en estupideces, los estudiantes son robados en sus propias casas de estudio. Solo se les ve cuando se toman las calles de forma pacífica para amedrentar con bombas y armas. Es muy doloroso saber que caen estudiantes muertos, abatidos por fuerza policial, y por su Dios: el gobierno. A una dictadura y un absolutismo es lo que conlleva el no salir a protestar ni a manifestarse. La libertad de expresarse como al individuo le venga en gana es una virtud de la libertad, no de un régimen. Da mucho dolor saber que mueren estudiantes en Venezuela mientras se lucha por una causa justa. Pero el pie firme del estudiante sigue así… firme.
Seguirá la lucha hasta alcanzar el anhelado objetivo: la libertad.
Ángel Arellano.
CI: 19.841.865
asearellano@yahoo.es
Es el gobierno quien ha masacrado a miles y miles en los diferentes sucesos de represión masiva en Venezuela. Se mantiene en su trinchera a esperar que los integrantes de los estratos más “bajos” de la sociedad (que en verdad serán bajos por su condición económica, pero ricos de conocimiento y cultura) salgan a elevar su bandera y puño (los de la llamada “clase baja” son la mayoría en las protestas, los adinerados no se molestan en apoyar una causa popular), para acabar con su integridad física y moral, o en consecuencia, privarlos de su libertad mientras son torturados: los presos que son “pobres” no son presos políticos, sólo eso: presos (la gran mayoría de presos políticos son elogiados y conceptualizados como valientes, mientras que los que injustamente entran a la cárcel, y que no tienen ninguna convicción política, quedan excluidos de ese grupo de “gloriosos”).
Dentro del colectivo de individuos que es reprimido inocentemente, por manifestar pacífica o violentamente (casi la totalidad de las veces es pacífica la protesta. La fuerza policial es quien la transforma en violenta. Y, aunque comenzara violento el manifiesto colectivo, éste último debe tener sus razones, aunque se diga que la violencia no lleva a nada: el odio y la represión si lleva a algo: la furiosa explosión popular.) existe el caso peculiar de la represión estudiantil. El estudiante, por su condición de aprendiz, es de alta relevancia cuando se habla de víctimas. Desde que Venezuela tiene un espacio en La Tierra, se han conocido las represiones estudiantiles: si somos un poco críticos en historia, vemos la participación del colectivo estudiantil, en muchas ocasiones. Ha sido y será decisiva la participación de los alumnos en cualquier decisión que afecte o modifique la sociedad. Los gobiernos tienen como costumbre, obviar este sector muy numeroso de la matrícula social, para después actuar represiva y asesinamente contra ellos y, acto seguido, huir cobardemente.
El estado venezolano, como todo estado “democrático y justo”, posee una estructura de “seguridad y protección” conformada por un cuerpo policial en cada municipio o distrito del país, un cuerpo policial estadal (en cada estado de Venezuela), cuerpos policiales metropolitanos, servicios policiales de inteligencia (nacional y estadal), guardia nacional, fuerza armada nacional, etc. Todos ellos bajo el mando de un “yo el líder”, quien tiene la batuta en el concierto represivo. Y, como es de esperarse, todos los cuerpos mencionados se usan en la “protección y seguridad” del estudiante. Esta “protección y seguridad” se caracteriza por el acto de presencia, que hacen los cuerpos policiales, en todas las manifestaciones echas por el estudiantado. Su cometido es acabar con esa manifestación utilizando armas, sustancias químicas y tóxicas, escudos, fuerza bruta, violencia y más violencia, sin saber a quien hagan daño o, en última instancia, a quien le acaben la vida.
Para un policía, lo único importante en su cometido, es cumplir la orden emitida desde la garra dictadora del gobierno: las órdenes policiales van desde reprimir al menor de edad y encarcelarlo, hasta el homicidio en masas. Una orden no puede ser desviada o cambiada por nada (a menos que ocurra un golpe de estado en el momento: los policías cobardes se alejan dentro de su desentendimiento de la situación nacional). En las protestas estudiantiles siempre existe la esperanza de conseguir un nexo de entendimiento para no llegar a la violencia, pero este nexo, es destruido segundos después con las acciones criminales cometidas hacia los manifestantes.
El estudiante es blanco de guerra para estos homicidas que solo se preocupan por su sueldo. No sienten vergüenza ni dolor al ver pisoteados a futuros intelectuales de la sociedad. El policía no obtuvo la dosis de sentimientos al nacer. Una lágrima solo significa placer para él. El pedir clemencia y un perdón que no se merece, lo excita. Utiliza armas contra un colectivo indefenso que cree en la justicia social. Pero en verdad no existe tal justicia en Venezuela. Se reprime al estudiante como a cualquier asesino o delincuente.
Mientras los policías se distraen en estupideces, los estudiantes son robados en sus propias casas de estudio. Solo se les ve cuando se toman las calles de forma pacífica para amedrentar con bombas y armas. Es muy doloroso saber que caen estudiantes muertos, abatidos por fuerza policial, y por su Dios: el gobierno. A una dictadura y un absolutismo es lo que conlleva el no salir a protestar ni a manifestarse. La libertad de expresarse como al individuo le venga en gana es una virtud de la libertad, no de un régimen. Da mucho dolor saber que mueren estudiantes en Venezuela mientras se lucha por una causa justa. Pero el pie firme del estudiante sigue así… firme.
Seguirá la lucha hasta alcanzar el anhelado objetivo: la libertad.
Ángel Arellano.
CI: 19.841.865
asearellano@yahoo.es
ESBIRROS Y PROTESTAS
En todos lados se consiguen personas creyentes en la organización vertical. Los gobiernos, como en todos los tiempos, y por su concepción, se caracterizan por una estructura abstracta basada en jerarquías. Las personas comunes y corrientes que sufren y ven pasar los años sin mejorar su calidad de vida, prefieren no meterse en estos problemas de quien es más o menos dentro de la sociedad. No saben en realidad que la solución a sus problemas no es vivir bajo órdenes de personas que tienen poder y los marginan y degradan, sino que es posible el construir una sociedad justa, bajo la participación grupal y asambleísta. Las jerarquías se pueden eliminar de la faz de la tierra, y, sobre todo, su más fiel servidor: el agente policial.
Un individuo que habite este territorio llamado Venezuela, está en la obligación de saber que tiene derechos y que los debe hacer cumplir, o dejarse pisotear por aquellos que dicen tener la “razón”. Llámese razón, lo dicho en pro de la justicia, moral ciudadana y paz. ¿Alguna vez una fuerza represiva y asesina, podrá tener la razón?, ¿Una persona entrenada para matar a sus iguales puede hacer sonar por sus cuerdas vocales el significado de la verdad?, ¿Aquél que use un uniforme para apalear y callar a otros por una orden de sus “mayores” puede reflejar respeto?, ¿Una persona ignorante y carente de cualquier cultura puede defender el honor de otros?
El agente policial: individuo elaborado a base de mentiras y doctrinas que llaman claramente al control de la población por las vías de la violencia y el asesinato: “justicia democrática y social”. El por qué ofrecer respeto a una persona que fue instruida durante un tiempo exacto para aplicar la fuerza cuando “sea necesaria” a favor de la tan mentada justicia, es algo inaudito. Jamás se ha sabido de un policía del planeta tierra con los calzoncillos puestos como Superman para salvar al mundo o algo por el estilo. Nunca se conocerá un agente policial capaz de ayudar, sinceramente, a otra persona. Su condición de homicida no se lo permite. Al policía no le “tiembla la mano pa` dispararle al inocente”. El inocente, que normalmente es la persona pobre, humilde, sencilla y común de nuestro entorno, no le da tiempo ver la bala que lo matará.
Una función característica de los agentes policiales es la represión de masas: estrangular, acallar, sofocar voces de descontento, voces que nos hacen disentir, voces que nos hacen reflexionar sobre lo que es la verdad y lo que es la razón. Reprimen manifestaciones populares echas por trabajadores, estudiantes, civiles en general, que buscan respuestas de este gobierno ladrón, para con sus objetivos: personas que todavía creen en que los “líderes” del estado venezolano pueden colaborarles a su causa (porque se crea en el estado o no, no debe significar explicación para no protestar y manifestarse libremente: es necesario alzar el grito para ser escuchados). La labor policial debería ser, o por lo menos lo que dice en el poema llamado Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, proteger a la comunidad de alguna actividad que represente peligro para su integridad social, moral, física y ciudadana, sea extranjera o no, la amenaza. Y, también, colaborar con el desarrollo social de manera imparcial (políticamente) y objetiva (cosa que jamás lo fue y, ahora, mucho menos). La represión de masas siempre será la imagen que presente un policía al perfilarse.
Una manifestación, sea violenta dado el caso o no, no puede eliminarse con más violencia. La violencia lleva a muertes, las muertes a dolor. El dolor elimina el sentimiento de progreso de un pueblo y cuando no hay progreso el pueblo no camina. El no caminar nos hace no estar en concordancia con las ideas presentadas por el gobierno, y vuelve la manifestación. El ciclo que vivimos al expresarnos libremente, ha sido, el noventa y nueve por ciento de las veces, inocentemente, la brocha que marca con sangre nuestra historia. Es momento de modificar ese ciclo de desgracia por uno objetivo y eficaz: la protesta pacífica sin ver hacia atrás es el camino a seguir para lograr un cambio y conseguir nuestros sueños reprimidos. El paso amistoso pero sólido es una solución a tanto dolor que han dejado los alzamientos observados en Venezuela.
Ángel Arellano
CI: 19.841.865
asearellano@yahoo.es
Un individuo que habite este territorio llamado Venezuela, está en la obligación de saber que tiene derechos y que los debe hacer cumplir, o dejarse pisotear por aquellos que dicen tener la “razón”. Llámese razón, lo dicho en pro de la justicia, moral ciudadana y paz. ¿Alguna vez una fuerza represiva y asesina, podrá tener la razón?, ¿Una persona entrenada para matar a sus iguales puede hacer sonar por sus cuerdas vocales el significado de la verdad?, ¿Aquél que use un uniforme para apalear y callar a otros por una orden de sus “mayores” puede reflejar respeto?, ¿Una persona ignorante y carente de cualquier cultura puede defender el honor de otros?
El agente policial: individuo elaborado a base de mentiras y doctrinas que llaman claramente al control de la población por las vías de la violencia y el asesinato: “justicia democrática y social”. El por qué ofrecer respeto a una persona que fue instruida durante un tiempo exacto para aplicar la fuerza cuando “sea necesaria” a favor de la tan mentada justicia, es algo inaudito. Jamás se ha sabido de un policía del planeta tierra con los calzoncillos puestos como Superman para salvar al mundo o algo por el estilo. Nunca se conocerá un agente policial capaz de ayudar, sinceramente, a otra persona. Su condición de homicida no se lo permite. Al policía no le “tiembla la mano pa` dispararle al inocente”. El inocente, que normalmente es la persona pobre, humilde, sencilla y común de nuestro entorno, no le da tiempo ver la bala que lo matará.
Una función característica de los agentes policiales es la represión de masas: estrangular, acallar, sofocar voces de descontento, voces que nos hacen disentir, voces que nos hacen reflexionar sobre lo que es la verdad y lo que es la razón. Reprimen manifestaciones populares echas por trabajadores, estudiantes, civiles en general, que buscan respuestas de este gobierno ladrón, para con sus objetivos: personas que todavía creen en que los “líderes” del estado venezolano pueden colaborarles a su causa (porque se crea en el estado o no, no debe significar explicación para no protestar y manifestarse libremente: es necesario alzar el grito para ser escuchados). La labor policial debería ser, o por lo menos lo que dice en el poema llamado Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, proteger a la comunidad de alguna actividad que represente peligro para su integridad social, moral, física y ciudadana, sea extranjera o no, la amenaza. Y, también, colaborar con el desarrollo social de manera imparcial (políticamente) y objetiva (cosa que jamás lo fue y, ahora, mucho menos). La represión de masas siempre será la imagen que presente un policía al perfilarse.
Una manifestación, sea violenta dado el caso o no, no puede eliminarse con más violencia. La violencia lleva a muertes, las muertes a dolor. El dolor elimina el sentimiento de progreso de un pueblo y cuando no hay progreso el pueblo no camina. El no caminar nos hace no estar en concordancia con las ideas presentadas por el gobierno, y vuelve la manifestación. El ciclo que vivimos al expresarnos libremente, ha sido, el noventa y nueve por ciento de las veces, inocentemente, la brocha que marca con sangre nuestra historia. Es momento de modificar ese ciclo de desgracia por uno objetivo y eficaz: la protesta pacífica sin ver hacia atrás es el camino a seguir para lograr un cambio y conseguir nuestros sueños reprimidos. El paso amistoso pero sólido es una solución a tanto dolor que han dejado los alzamientos observados en Venezuela.
Ángel Arellano
CI: 19.841.865
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